

LOS MAESTROS DEL HOGAR
Todas las familias deben tener siempre presente cuál es su misión en la vida: La familia es la primera escuela de las virtudes sociales, las virtudes que te hacen digno al amor de Dios; siendo los padres, en quienes recae la responsabilidad de formar bien a sus hijos e hijas, tanto académicamente como espiritualmente.
Es triste observar como muchas veces, les muestran las ideas erróneas que tienen, producto de la frustración o la envidia, porque es lo que verdaderamente sienten y tienen en su alma, el recuerdo de una vida frustrada, en la que no pudieron cumplir todos sus sueños, metas y aspiraciones, que trasladan a sus hijos (as), haciéndoles olvidar sus propios sueños.
Asimismo, como dice la frase: “NADIE PUEDE DAR LO QUE NO TIENE”. Los padres no pueden enseñarles el respeto al prójimo si no ellos no lo tienen, no pueden inculcarles las enseñanzas que nos da el Señor, porque a ellos no se las han enseñado; por lo tanto para ser padres, primero deben aprender a ser mejores y estar preparados para actuar con responsabilidad en dicha tarea. Los Padres deben actuar como faros, que con la luz guían el camino de sus hijos.
Deben dedicar un “tiempito” a la semana para orar todos juntos, para compartir el evangelio, para hablar sobre sus problemas, para dar consejos, para divertirse en familia. Porque recuerden que la educación que les den hoy se reflejará en el mañana de sus hijos.
El camino correcto hacia la salvación es el que se va formando con las buenas acciones, los buenos modales, valores, mandamientos y es todo esto lo que los Padres deben enseñarles a sus hijos. De nada nos sirve una educación de solo palabra sino está llena de obras.
Padres: no se trata de dar a sus hijos e hijas todo lo que les pidan, se trata de darles lo que verdaderamente necesitan. El Señor les ha dado la responsabilidad de enseñarles el Evangelio mediante la palabra y el ejemplo, pero para ello, primero deben limpiar su corazón y llenarlo con mucho amor, docilidad y paciencia.
Traten de ser los amigos de sus hijas, en vez de ser solo sus padres, compartan todo con ellos (as). Para los que tienen hijos pequeños disfruten de su niñez, porque ésta se pasa muy rápido y para los que tengan hijas adolescentes, no las abandonen, no las dejen de lado, si ellas les piden privacidad, dénsela, pero nunca descuiden sus labores como padres, manténganse informados de lo que hacen y para aquellos “castigadores” recuerden que las cosas no se aprenden a golpes, sino con una buena comunicación entre padres e hijas. No descuiden los momentos en familia, son los mejores para conversar con ellos y acercarse más. Realicen todo bajo las enseñanzas de nuestra madre María y nuestro salvador Jesús. Si ustedes se encomiendan a ellos, todos los días van a recibir iluminación y sabiduría.
